La Iglesia que todos queremos Pastorear

Cada uno de aquellos que hemos sido llamados por Dios para servir en el ministerio, sabemos que no estamos pastoreando la iglesia perfecta. Siempre habrá situaciones en las que vamos a tener que usar de la sabiduría de Dios para brindar alguna respuesta que de la salida a cada problema que nos hayan de traer aquellos que congregan en la iglesia que pastoreamos. Nosotros sin embargo preferiríamos no tener que vernos enfrentados a situaciones tales como, tener que decirle a ese creyente al cual amamos, que cometió un error garrafal que se le convirtió en un grave pecado contra Dios y que tenemos que aplicarle una sanción disciplinaria; o tener que llamar al músico de la iglesia y corregirle los errores que involuntaria, o voluntariamente cometió en el culto anterior. Estas situaciones nos resultan incómodas, pues es muy desagradable tener que ponerle al frente las evidencias de su falta a una persona a la que estimamos y valoramos por todo el servicio que presta a la iglesia del Señor, así sea solamente el anciano que con sus oraciones nos está dando fuerzas para seguir adelante. Aparte de esto son otras las cosas con las que tenemos que lidiar en este trabajo de servir al Señor en su obra, tales como estimular a aquellos que la pereza los tiene abatidos en un lecho de indiferencia, poner paz en medio de un hogar que por diferencias del tipo que sean vienen hasta nosotros a plantearnos que su hogar no puede continuar, secar las lágrimas de aquella viuda que ante la ausencia de su esposo muerto no encuentra una salida para seguir viviendo, frenar aquellas tendencias que tratan de introducirse en la Iglesia y buscan viralizarla con el amor al mundo y su pecaminosidad, y hasta ponerle un pare a muchos que buscan usar nuestros púlpitos para desde allí contaminar la iglesia con la herejía del momento, etc. etc. “Señor -oramos- por favor que esta Iglesia no me traiga más problemas. Quiero una iglesia que no me haga llorar más, que me permita descansar un poco, que me deje el tiempo suficiente para estudiar la Biblia y traer excelentes sermones”. La respuesta a nuestra oración no llega, y entonces fantaseamos un poco, y pensamos, y nos imaginamos una iglesia en la que no se presentaran problemas en los hogares, que la santidad fuera el pensamiento constante de los miembros de esa congregación, que las herejías tuvieran que quedarse puertas afueras por el celo que hay en la iglesia por la sana doctrina y que viéramos un gran desarrollo y dinamismo de la iglesia en toda su labor de evangelización y avanzada. Es allí cuando recordamos que esa iglesia es mencionada en la Biblia y allí se hace una referencia muy importante sobre ella. Esta es una Iglesia que si la miramos desde la perspectiva de las obras, podemos decir que es la Iglesia que cualquier pastor desearía pastorear: Veamos lo que la biblia dice de esa Iglesia. “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.” Siete hermosas características que la convierten en la iglesia donde quisiéramos ser pastores. Sin embargo la Biblia dice algo más sobre esta congregación que se encontraba en la ciudad de Éfeso: Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Después de leer esta triste condición de la Iglesia de Éfeso, volvemos en sí de nuestra fantasía y le decimos al señor: “Perdónanos Dios por estar menospreciando la iglesia donde nos has puesto a trabajar. No es la iglesia perfecta, no tiene aún mucha dinámica evangelística, sus miembros aún tienen que ordenar muchas cosas de sus vidas… pero señor, ellos te aman y ese amor que tienen será el combustible que los fortalecerá para un día alcanzar las glorias eternas en el cielo” Que Dios nos ayude cada día a ver las cosas desde la óptica divina y agradecer a Dios por cada hijo suyo que con sus fallas y problemas sirve al Señor y es leal a los principios que el Señor ha establecido para su obra. Sinceramente vuestro: Pastor Ismael Parrado

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