En Cristo no solo tienes esperanza para esta vida, sino que, gracias a su muerte y resurrección, tienes la esperanza de la vida eterna.
14 ene 2025
Un cambio que marcó mi vida
Es un gozo inmenso compartir con ustedes mi testimonio y las maravillas que Dios ha hecho en mi vida.
Este espacio tiene como propósito ser una herramienta de edificación, reflexión y ánimo para todos aquellos que buscan un cambio profundo y duradero.
Quiero empezar siendo honesto con ustedes.
Antes de conocer a Cristo, mi vida era un desastre.
Era una persona difícil de tratar: soberbio, egoísta, orgulloso y con palabras que herían a los demás.
La convivencia conmigo era un desafío.
Pero todo cambió el 17 de mayo de 2012, cuando llegué por primera vez a los caminos del Señor.
Recuerdo ese día como si fuera ayer.
Dos hermanos me hablaron del amor de Cristo y me invitaron al templo.
Al principio fui por curiosidad, sin saber que ese sería el comienzo de una transformación total en mi vida.
Un cambio que marcó mi vida
En el templo sentí algo único: un clima de paz, amor y aceptación que nunca había experimentado antes.
Aunque muchas veces quise salir corriendo, el Señor comenzó a tratar con mi corazón.
Nadie me juzgaba ni me señalaba, solo recibía palabras de aliento y cariño.
Cada vez que asistía, sentía que Dios me hablaba directamente a través de Su palabra.
Fue un proceso de confrontación interna donde Dios me mostraba que debía cambiar, que tenía que dejar atrás el rencor, el orgullo y los malos hábitos.
Un momento clave en mi vida espiritual ocurrió el 20 de octubre de 2013, cuando tomé la decisión de pasar por las aguas bautismales.
Ese día declaré públicamente mi fe y compromiso con Cristo.
Fue un paso de obediencia que marcó un antes y un después en mi caminar con el Señor.
El inicio de una nueva etapa: mi matrimonio
El Señor no solo transformó mi vida, sino que también me llevó a una etapa completamente nueva: el matrimonio.
El 15 de febrero de 2015, tomé la decisión de comprometerme con mi amada esposa, Adriana Garnica, y poco tiempo después, el 1 de abril de 2015, nos casamos por civil. Finalmente, el 3 de abril de 2015, sellamos nuestra unión delante de Dios en una ceremonia por iglesia.
Desde entonces, hemos caminado juntos, enfrentando desafíos, pero siempre sostenidos por la gracia y la fidelidad del Señor.
Nuestro matrimonio ha sido un testimonio vivo de que con Dios todo es posible, incluso superar las pruebas más difíciles.
Reflexiones desde mi experiencia
Quiero compartirles algo que Dios me enseñó durante todo este proceso: Él siempre estuvo buscándome. Desde niño, aunque no lo entendía, Su mano ya estaba sobre mí. Recuerdo cómo me atraían los programas evangélicos en la radio, cómo observaba con admiración a las familias cristianas y cómo me impresionó ver a personas orar antes de comer. Dios ya estaba plantando semillas en mi corazón.
Hoy, con casi 13 años caminando con el Señor, puedo decir con certeza que la vida en Cristo es la mejor decisión que alguien puede tomar.
Él transformó mi vida, restauró mi corazón y me dio propósito.
Un llamado a la oración y perseverancia
Les pido a todos mis lectores que me acompañen en oración para que el fuego de Dios nunca se apague en mi vida, que pueda seguir perseverando y viviendo en santidad.
No quiero ser uno más del montón; quiero ser un instrumento útil en las manos de mi Señor.
Gracias, Padre amado, porque sé que sin Ti nada es posible.
Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí?
A ustedes, mis queridos lectores, les agradezco por permitirme compartir mi historia.
Espero que sea de bendición y les inspire a buscar al Señor con todo su corazón.
Que Él les guíe, les fortalezca y les llene de Su paz.
Con amor y gratitud,
Walter David Miño.
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