Cuando tenemos un encuentro con Dios, nuestra vida experimenta transformación. Los hombres y mujeres descritos en la Biblia, que tuvieron un encuentro con el Señor, vivieron un cambio personal y espiritual sin precedentes, y emprendieron el camino hacia nuevos niveles.
Nuestro amado Padre celestial trabaja pacientemente en cada área de nuestra existencia, si se lo permitimos.
En el caso de Jacob, Dios cambio su nombre porque lo estaba preparando para ser padre de naciones.
Hoy es el día para que cada uno de nosotros experimente ese encuentro personal con Dios.
Debemos perseverar en la búsqueda de Dios.
No está bien caer en el desánimo.
Es necesario avanzar.
Perseverar en Dios desencadena bendiciones para nuestra vida y nuestra familia.
En la intimidad con Dios, Él nos transforma (Juan 17:17).
Es necesario que dispongamos el corazón para que Dios nos hable.
Si lo permitimos, Dios imprimirá cambios permanentes que serán evidentes para otras personas.
Una meta que emprendemos hoy es tener un encuentro personal con Dios, y que en cada una de nuestras acciones se refleje el Cristo de poder que opera en nuestra existencia.
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